La Compañía de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl
es una sociedad de vida apostólica femenina de derecho pontificio, fundada el 29 de noviembre de 1633, por Vicente de Paúl y Luisa de Marillac con el fin de dedicarse al servicio corporal y espiritual de los pobres enfermos. Las mujeres miembros de esta sociedad son conocidas como hijas de la Caridad, hermanas paúles, vicentinas o vicencianas.
LAS HIJAS DE LA CARIDAD
DE SAN VICENTE DE PAÚL
Las Hijas de la Caridad, estamos llamadas a servir Jesucristo en la persona de los pobres y marginados, con un espíritu de humildad, sencillez y caridad. Impulsadas por el amor de Cristo y sostenidas por una profunda vida de oración, vivimos en comunidad de vida fraterna, ayudándonos unas a otras en nuestra misión común de servicio; servicio que se dirige a la persona en todas sus dimensiones humanas y espirituales…
Reconocida en la iglesia como sociedad de vida apostólica, actualmente la Compañía está presente en 93 países, en los cinco continentes. Vivimos y servimos en los lugares de prioridad social: hospitales, casas de niños de carácter social, escuelas, centros de acogida para las personas sin techo o que sufren dependencias o minusvalías. Por fin, dondequiera que se presenta una necesidad y dónde podemos llevar ayuda y apoyo, queremos estar disponibles y listas para servir, según nuestras fuerzas y nuestras posibilidades, en colaboración con otras fuerzas vivas de la Iglesia y con diversos organismos y asociaciones.
- Fundación: 29 de noviembre de 1633.
- Lugar de fundación: Francia.
- Fundadores: San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac.
LA CARIDAD
DE JESÚS CRUCIFICADO NOS APREMIA
Las Hijas de la Caridad se saben llamadas por Dios. En su vida de oración, como en su vida de servicio, contemplan a Jesucristo manantial y modelo de toda caridad, para ser testigos de su amor entre los pobres.
Siguiendo el camino de Jesús y a ejemplo de San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac, las Hijas de la Caridad proclaman el Evangelio sirviendo a los pobres. Desde el principio de la Compañía, no importa donde estén y cuáles sean sus necesidades, las Hermanas saben que “es Dios quien las espera en los que sufren” (Constituciones 7 b).
La compañía de las Hijas de la Caridad nació imperceptiblemente, como las cosas de Dios. El espíritu de Dios sopló en los corazones de varias personas, Vicente de Paúl, Luisa de Marillac y Margarita Naseau. Acontecimientos sucesivos y significativos marcaron su vida y reconocieron, poco a poco, los pasos de Dios.
Tenéis que pensar con frecuencia que vuestro principal negocio y lo que Dios os pide particularmente es que tengáis mucho cuidado en servir a los pobres que son vuestros señores. Sí, hermanas mías, son nuestros amos. (…) tenéis que tener cuidado de que no les falte nada en lo que vosotras podáis, tanto para la salud de su cuerpo, como para la salvación de su alma (San Vicente).
Vicente de Paúl fue reconocido santo por la iglesia en 1737 y declarado patrono de las obras caritativas. Como cada uno de nosotros, la santidad del Señor Vicente tiene un largo camino que lo condujo a Dios. Su impulso fue aventurarse a abrir los oídos de su corazón al soplo del espíritu, día tras día.
No basta con ir y dar, sino que es necesario un corazón purificado de todo interés, (…) tenemos que tener continuamente ante la vista nuestro modelo, que es la vida ejemplar de Jesucristo a cuya imitación estamos llamadas, no solamente como cristianas, (…) para servirle en la persona de los pobres. Santa Luisa (C. 257).
Luisa de Marillac nació en el siglo XVI. Sin embargo, es muy cercana a nuestras preocupaciones cotidianas. En medio de las vicisitudes de su vida, abrió progresivamente su corazón a la luz de Dios.
Por su excepcional labor social y humanitaria en apoyo de los desfavorecidos, desarrollada de una manera ejemplar durante cerca de cuatro siglos, y por su promoción, en todo el mundo, de los valores de la justicia, la paz y la solidaridad.
PREMIO PRÍNCIPE DE ASTURIAS
¿QUÉ HACEMOS?
Las Hijas de la Caridad se enfocan en diferentes acciones apostólicas.